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| Ubaka Hill (foto: Isaac Hernández) | 
Ubaka Hill abraza el tambor como quien abraza un árbol, o como quien acuna a un hijo... “Aquí reside la pulsación de la vida, la vibración que sentimos desde el útero materno y con la que luego conectamos de una manera asombrosa y mágica”. 
Una mujer, un tambor, un árbol...  Es el “tam tam” particular de esta afroamericana de mirada afable y voz  hipnótica, que ambiciona con reunir a un millón de mujeres  “tamborileras” de aquí al 2013, la fecha estipulada para la  multitudinaria asamblea del ritmo: The Million Women Drummers Gathering.
Entrevista
 "¿De dónde vienen los tambores?”, fue la pregunta primordial que se hizo Ubaka Hill,  admiradora de Wangari Maathai, deseosa de hermanar arte, espiritualidad  y activismo ambiental. “¿De dónde vienen los violines, los pianos y las  guitarras? No tenemos que mirar muy lejos, siempre y cuando tengamos a  la vista un árbol”. 
“La idea es así de simple: toda mujer que toque un tambor se compromete a plantar un árbol”, explica 
Ubaka. “Es una manera de dar algo a cambio de todo lo que recibimos de la naturaleza. Todos los instrumentistas “trabajamos” con la madera y tenemos que estar tremendamente agradecidos a los árboles”...“Hubo un tiempo en que los hombres y las mujeres acudían al bosque con  la reverencia que merecen los lugares “sagrados”. Pedían permiso a los  árboles para ser cortados. Se producía un “intercambio” que hoy en día  no existe. Hoy en día talamos sin conciencia, preferimos no pensar en los efectos de nuestras accciones. Estamos totalmente desconectados del ciclo de la vida”.
Los ritmos africanos y latinos, el jazz, el foclore norteamericano y la música celta confluyen en las manos expresivas de Ubaka,  que parecen hablar por sí solas cuando acarician, agitan o golpean la  membrana de piel... “El tambor es algo común a todas las culturas  ancestrales, pero por alguna razón a las mujeres nos fueron excluyendo. “Girls don’t play drums” (”Las niñas no tocan el tamnbor”), me decían de pequeña, en mi casa de Nueva Jersey”.
A los 17 años, Ubaka dio por fin rienda suelta a su pasión y ahí  sigue, superados ya los 50, alternando las actuaciones con su grupo  “multicultural”, The ShapeShifters, con los seminarios que conectan los  tambores con la espiritualidad y a los que asisten mayormente mujeres...
“Las mujeres y las niñas tocan realmente como son y sienten. El ritmo  resuena de un modo especial en ellas, forman círculos, desaparecen las  diferencias sociales, económicas o étnicas, descubren un poder que viene  de dentro y conecta con todo lo que nos rodea. Nos convertimos en fuerzas de transformación”.
     En eso anda Ubaka, tejiendo redes, formando grupos locales, soñando con el día de la gran “tamborilada” global...  “La  vibración de un millón de mujeres tocando el tambor resonará en el  corazón de la Madre Tierra y en el de todas las mujeres del mundo.  Elevaremos colectivamente nuestra conciencia y tendremos además la  satisfacción de haber plantado suficientes árboles para garantizar que  la música pase a la siguiente generación”.
(fuente: ELMUNDO.es (Blog En la Ruta Verde)) 
 
 
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